martes, 23 de julio de 2013

LA BELLEZA DISCRETA DEL PAPAMOSCAS GRIS Y OTROS HABITANTES DE MI "LOCAL PATCH"

Ya dije en una entrada anterior que pese a ser un ave poco llamativa y de plumaje discreto, el papamoscas gris Muscicapa striata suscita en mí una gran atracción. Al margen de su interesante comportamiento cazador, bastante activo y sencillo de ver, hay algo en su fisionomía que hace que me fije en él durante más tiempo que en otras especies más coloridas.

Papamoscas gris Muscicapa striata fotografiada mediante digiscoping.
Precisamente, el viernes día 5 un ejemplar adulto permaneció largo rato a disposición de mi equipo óptico, posado casi siempre en la misma rama de un abedul Betula alba. Gracias a ello, lo observé con todo lujo de detalles a través del telescopio y pude realizar alguna toma con digiscoping.


Las fotografías realizadas con la cámara réflex no son demasiado buenas debido a que con la escasa luz reinante en el interior del bosque mixto tuve que tirar de flash, puesto que incluso a niveles bajos de ISO el ruido en las fotos resulta excesivo.

Papamoscas gris / Spotted flycatcher.
Aquel fin de semana también disfruté de otras observaciones de interés. Los jóvenes reyezuelos listados Regulus ignicapillus fueron uno de los protagonistas, destacando por su menor timidez y su poco desarrollada corona anaranjada.
Otros pollos comos los de petirrojo Erithacus rubecula, me permitieron observar con gran detalle su mimético plumaje marrón, muy adecuado para pasar inadvertido frente a los depredadores.

Joven petirrojo europeo Erithacus rubecula.
Petirrojo europeo / Txantxangorri.
Petirrojo europeo / European robin.
Entre musgo me topé con un cráneo de rata común Rattus norvegicus, seguramente presa de algún busardo ratonero que se hizo con ella. Rapaz que pude observar durante el fin de semana, al igual que a los cernícalos vulgares Falco tinnunculus y aguillillas calzadas Hieraaetus pennatus.

Cráneo de rata común o parda Rattus norvegicus.
Cernícalo vulgar Falco tinnunculus.
Aún así, en el caso del buteónido, lo descubrí con algo entre las garras. En principio pensé en un lución Anguis fragilis, pero por la extrema rigidez tal vez podría tratarse de una rama para arreglar un poco el nido.

Busardo ratonero Buteo buteo.
La distancia hace complicada la identificación del ser u objeto que porta en las garras, al menos para mí.
Un ilustre visitante de este año es la hembra de chorlitejo chico Charadrius dubius, la cual grabé a la distancia suficiente como para identificar el sexo.


Otra especie que vuelve a ser reproductora en uno de los arroyos que va a parar al pequeño tramo de ría que suelo visitar es el ánade real Anas platyrhynchos, especie común pero que el año anterior parece que no llegó a sacar adelante ningún pollo en lo que considero los dominios de mi "local patch".

Cría de ánade azulón o real con su madre. En las rocas de la parte superior izquierda podéis ver una especie de tortuga invasora, el galápago de orejas amarillas Trachemys scripta scripta.
Otros protagonistas de aquellas dos jornadas:

Vencejo común Apus apus.
Mariposa pavo real Inachis io.
Rana común Rana perezi.
¡Hasta la próxima entrada!





lunes, 8 de julio de 2013

CERNÍCALO JUVENIL EN LA COSTA VIZCAÍNA

Mi intención era la de digiscopear a los zorros de la madriguera costera, pero ya se habían ido. Tal vez, debido a la creciente visita de gente por la benigna meteorología de los últimos días, la madre haya decidido cambiar de escondite a las crías.
En su lugar, pude disfrutar con las evoluciones de la pareja de cernícalos vulgares Falco tinnunculus y su cría que ya volaba bastante bien, pero seguía siendo alimentada por sus progenitores.

Cernícalo vulgar Falco tinnunculus.
A los padres no los pillé bien, ya que la luz era escasa y no paraban de volar, una mala combinación para fotografiar con niveles ISO altos en mi cámara. Aún así, la cría posó de lujo al borde del acantilado, pudiéndome llevar a casa numerosas fotos realizadas tanto con digiscoping como con réflex.

Cernícalo vulgar juvenil / Common kestrel juvenile.
Cernícalo vulgar juvenil / Belatz gorri gaztea.

Se mantuvo en el mismo posadero largo rato, por lo que disfruté de todos sus detalles.
Además, mientras observaba al cernícalo con mi Kowa tuve un encuentro interesante con un roedor que cruzo a pocos metros de mi posición entre un camino entre brezos Erica vagans. A pesar de la cercanía, el avistamiento fue malo y demasiado rápido. Sólo distinguí su tamaño y su color marrón, y ambos me hicieron pensar que se trataba de un ratón de campo Apodemus sylvaticus.


Llegué con el objetivo de volver a ver a la familia de zorros y me marché con imágenes de otros protagonistas en mi retina y en mi cámara. Y es que la naturaleza siempre tiene un plan B preparado para nosotros por sí fallamos en nuestro principal objetivo.

Cernícalo vulgar Falco tinnunculus.
Las fotos con la réflex son más lejanas, pero gozan de mayor calidad que las de digiscoping.

Cernícalo vulgar juvenil.

¡Hasta la próxima entrada!

jueves, 4 de julio de 2013

ASCENSO VERANIEGO AL TXARLAZO

Aún no era verano, pero poco faltaba, y el pasado día 12 decidí ascender junto a un amigo al monte Txarlazo. Es el recorrido que suelo hacer habitualmente cuando acudo a Orduña y aquel día no iba a ser menos.
La temperatura era totalmente veraniega, de ahí el título, un calor nada conveniente para realizar una ruta exigente como esa.
Como siempre en estas fechas, los reclamos que abundaban en el quejigal eran los de mosquiteros ibéricos Phylloscopus ibericus y petirrojos Erithacus rubecula, aunque también se podían escuchar mirlos Turdus merula y cucos Cuculus canorus. Los avistamientos eran escasos hasta que los reyezuelos listados Regulus ignicapillus me dieron la opción de fotografiarlos varias veces.

Últimamente he aprendido a fotografiar mejor a estos inquietos pajarillos forestales.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus.
Su preciosa cresta anaranjada se erguía debido a su excitación, preguntándose qué es lo que estaba haciendo ese humano que lo miraba tan fijamente.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus observándome fijamente.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus sobre un quejigo Quercus faginea.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus cantando.
Un grupo de mitos reclamaban cerca y, en el cielo, los buitres leonados Gyps fulvus y un busardo ratonero Buteo buteo cicleaban aprovechando las corrientes térmicas.

Buitre leonado Gyps fulvus planeando.

Busardo ratonero Buteo buteo.
El reclamo del halcón peregrino Falco peregrinus resonaba en el bosque, cercano al roquedo de donde provenía dicho sonido. Podría ser un ejemplar juvenil en el nido, quizás ejercitando sus alas a punto de dar su primer vuelo. Lo que es seguro es que no era un halcón en vuelo, ya que reclamaba siempre desde el mismo punto.
Sin telescopio y sin visibilidad para otear el cortado rocoso en busca del nido, continué con el ascenso. Varios minutos más tarde, cuando las hayas Fagus sylvatica ya abundaban a mi alrededor, me detuve a fotografiar una curiosa planta.

Pinguicula grandiflora. En las hojas podéis ver los insectos que han quedado atrapados, dípteros en su gran mayoría.
Con flores moradas la Pinguicula grandiflora parece una planta común. Pero no lo es. Se trata de una planta carnívora, aunque no tan espectacular como las droseras Drosera sp. autóctonas o atrapamoscas Dionaea sp. de las selvas tropicales.

Flores de Pinguicula grandiflora.
Aún así, al igual que las mencionadas plantas, se nutre de insectos que tengan la mala suerte de quedar adheridos a sus hojas cubiertas por una sustancia pringosa para digerirlos gracias a las secreciones enzimáticas que segregan para tal fin. De esta forma, consiguen un aporte extra de nitrógeno, el cual escasea en las zonas donde crecen.

Pinguicula grandiflora.
Otra de mis plantas preferidas es la Saxifraga hirsuta, presente en la fuente de montaña donde sacié mi sed.

Quebrantapiedras Saxifraga hirsuta.
Ya en la sierra, los buitres leonados planeaban más próximos y los bandos de chovas piquirrojas Pyrrhocorax pyrrhocorax eran frecuentes.

Buitre leonado Gyps fulvus.
La blanca caliza dibujada por líquenes como el precioso Caloplaca aurantia bañaba el entorno mientras los inconfundibles trinos de los bisbitas arbóreos Anthus trivialis resonaban a nuestro alrededor.

Caloplaca aurantia acompañado por otros líquenes.

Bisbita arbóreo Anthus trivialis.
Hay que tener mucha suerte para poder fotografiar o incluso observar algunos de los más conspicuos inquilinos del hayedo, pero a pesar de ello, atrapado por la magia de uno de los bosques más característicos del País Vasco, nos introdujimos en él.

Hayedo de Sierra Salvada.
Camachuelos Pyrrhula pyrrhula y zorzales charlos Turdus viscivorus resonaban entre los majestuosos árboles. Tiempo después, volvimos a salir a campo abierto topándonos nuevamente con los enormes buitres leonados.

Cortado rocoso y monumento de la virgen de Orduña desde la sierra.
Tranquilamente, caminamos hacia la ruta de descenso acompañados por los bisbitas arbóreos, alguno bastante confiado, bisbitas alpinos Anthus spinoletta y los ágiles aviones roqueros Ptyonoprogne rupestris que dieron un recital de acrobacias aéreas.

Bisbita arbóreo Anthus trivialis.
Pero todavía nos quedaba una última observación de interés. Una veloz rapaz saltó a escena sobrevolando el hayedo, un precioso gavilán común Accipiter nisus que acabó desapareciendo en el horizonte.

Gavilán común Accipiter nisus.
Pronto, regresaré a Sierra Salvada para traeros nuevas sorpresas de este magnífico paraje.

¡Hasta la próxima entrada!

lunes, 1 de julio de 2013

LOS ZORROS COSTEROS

Hace 16 años, cuando yo era un niño de tan sólo 8 primaveras, tuve un encuentro que me marcaría de por vida. Me encontraba jugando con mi pequeña  y ya difunta perra Laika en el terreno de mi padre, lo que hoy es mi "local patch". Lentamente llegaba la noche, pero con las últimas luces del día un zorro apareció, al parecer poco intimidado por el pequeño cachorrito que me acompañaba y por mi mismo, para alimentarse del cadáver de una oveja muerta tiempo atrás. Tal vez, la necesidad pudo con el carácter asustadizo de este fabuloso cánido. El caso es que lo recuerdo como un encuentro bastante largo, aunque la mente suele distorsionar la realidad y es posible que durase sólo unos segundos. Lo cierto es que no recuerdo al zorro huyendo de mi presencia, sino más bien alejándose tranquilamente. Era mi primer mamífero salvaje.

Zorro rojo Vulpes vulpes.
Desde los 3 años mis padres cuentan que ya les pedía que me leyesen libros de animales y dinosaurios. A los 5 conocía muchos nombres, tanto de los primeros como de los segundos, aunque es posible que aquella experiencia con el raposo cambiase mi forma de ver la vida salvaje. No sabría concretar en qué, pero tengo tan nítido el recuerdo que está claro que ha sido muy importante para mí.
Quién sabe, quizá el destino ha provocado que, en un momento extraño de mi vida por cuestiones personales, me haya reencontrado con el zorro rojo Vulpes vulpes. Puede que haya alguna razón para que haya sido así. No es un mamífero difícil de ver, pero en honor a la verdad, no lo había vuelto a ver desde mi niñez. Por eso me pongo a elucubrar y deseo que este avistamiento marqué una especie de punto de inflexión en mi vida.
He de agradecer ante todo que Martín Martínez de Miradas Cantábricas diese el aviso, aunque como es lógico no dio pistas de la localización de la madriguera de estos zorros costeros. En cualquier caso, tenía una idea de donde podría encontrarse y allí me dirigí el pasado día 27.
Registrando los acantilados marinos disfruté de otras especies típicas de campiña o roquedos. Bandos de golondrinas comunes Hirundo rustica, aviones comunes Delichon urbichum y vencejos comunes Apus apus me acompañaron durante toda la jornada, en ocasiones pasando muy cerca de mi cabeza.
Los cantos de escribanos soteños Emberiza cirlus y cerillos Emberiza citrinella amenizaban mi búsqueda, aunque no se dejaron ver. En cambio, sí lo hicieron las tarabillas comunes Saxicola rubicola y los colirrojos tizones Phoenicurus ochruros, sobre todo los primeros, de los que tomé numerosas imágenes.

Hembra de tarabilla común Saxicola rubicola.

Tarabilla común macho.
Un cernícalo vulgar Falco tinnunculus se cernía en la distancia. Uno de los objetivos del día era encontrar un nido de esta especie de rapaz, así que pensé que lo tendrían cerca. Durante todo el camino me topé en varias ocasiones con hembra y macho del mencionado falcónido, con lo que deduje que el nido estaba próximo.

Macho de cernícalo vulgar Falco tinnunculus cerniéndose cerca del nido.

Cernícalo vulgar / Common kestrel.
De repente, miré al suelo y di con un desplumadero. Había plumas de urraca Pica pica y de tórtola turca Streptopelia decaocto.

Plumas de urraca Pica pica.

Plumas de tórtola turca Streptopelia decaocto.
Avancé unos pasos más y una hembra de cernícalo vulgar huyó de una zona del acantilado que quedaba fuera de mi vista. Ahora sí que no había duda. Busqué un ángulo en el que poder otear la cara del acantilado de la que salió la rapaz. Tuve que alejarme mucho, unos 800 metros, y mientras escuchaba cantar a los zarceros comunes Hippolais polyglotta encontré el nido en el que se atusaba el plumaje una precioso cernícalo joven, que ya habría dado sus primeros vuelos.
Continuó mi exploración costera aún con la esperanza, no sólo de dar con los zorros, sino de dar con un nido de halcón peregrino Falco peregrinus. Pero de esto último no hubo suerte.
Como siempre, me detuve a fotografiar y admirar los especímenes botánicos más curiosos. Una de estas bellezas es la Acanthus mollis, una planta común en la costa.

Acanthus mollis.
Dediqué tiempo a la observación de uno de los grandes olvidados de nuestra avifauna, el gorrión común Passer domesticus. Es extraño como perdemos la capacidad de admirar su belleza por ser un pájaro habitual. Aunque en algunas regiones del país cada vez lo es menos.

Macho de gorrión común Passer domesticus.
Finalmente, el trabajo da sus frutos y en una grieta observé un zorro durmiendo. No lo veía bien, pero al rato apareció uno de los cachorros que se quedó un buen rato mirándome. Uno de esos contactos visuales en los que te embarga la emoción.

El cachorrito tenía una mirada bastante tierna, un animal precioso.
La verdad es que eligieron un buen sitio para establecer la madriguera. Bajo mi punto de vista, bastante protegido de molestias humanas para lo expuesto que se encuentra.

Sus bostezos le delatan, necesita una buena siesta.
El pequeño zorro tenía sueño y, al poco, se metió en la madriguera donde había otro ejemplar durmiendo.

Zorro rojo Vulpes vulpes.
Zorro rojo / Azeri arrunta.

Zorro rojo / Red fox.

Cachorro de zorro introduciéndose en la madriguera.
Pude ver restos de aves en las inmediaciones de la grieta donde dormitaba la familia, pero debido a la distancia no he podido identificar la especie a la que pertenecen.
Para redondear la jornada, traté de encontrar a algún cormorán moñudo Phalacrocorax aristotelis y me topé con un grupo de 5. Un broche de oro para mi excursión costera. 


El cormorán moñudo Phalacrocorax aristotelis situado a la derecha es un ejemplar inmaduro.

Grupo de cormoranes moñudos.
¡Hasta la próxima entrada!

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